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Altar de muertos en homenaje al Lic. José Portillo Estrada

El altar de muertos: origen y significado en México

A través de la historia del hombre, el culto a los muertos se ha manifestado en diferentes culturas de Europa y Asia, como la china, la árabe o la egipcia, pero en las culturas prehispánicas del continente americano no ha sido de menor importancia; así, la visión y la iconografía sobre la muerte en nuestro país son notables debido a ciertas características especiales, como el sentido solemne, festivo, jocoso y religioso que se ha dado a este culto, el cual pervive hasta nuestros días.

La muerte es un personaje omnipresente en el arte mexicano con una riquísima variedad representativa: desde diosa, protagonista de cuentos y leyendas, personaje crítico de la sociedad, hasta invitada sonriente a nuestra mesa.

En México, las culturas indígenas concebían a la muerte como una unidad dialéctica: el binomio vida-muerte, lo que hacía que la muerte conviviera en todas las manifestaciones de su cultura. Que su símbolo o glifo apareciera por doquier, que se le invocara en todo momento y que se representara en una sola figura, es lo que ha hecho que su celebración siga viva en el tiempo.

El altar es la representación iconoplástica de la visión que todo un pueblo tiene sobre el tema de la muerte, y de cómo en la alegoría conduce en su significado a distintos temas implícitos y los representa en forma armónica dentro de un solo enunciado.

El altar de muertos es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos. Los deudos tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con la familia ese día, y así consolarlos y confortarlos por la pérdida.

El Lic. José Portillo Estrada, mejor conocido en el ámbito profesional como el “Gordo Portillo” tuvo una infancia marcada por el trabajo, pero de una forma u otra aprendió a valorar lo que era trabajar, aprendió a tenerse confianza a sí mismo, como a su capacidad para el trabajo y para salir adelante. Esa confianza en sí mismo es una de las cosas que lo llevaron a ser un abogado exitoso, y aunque resulta difícil hablar de José Portillo Estrada, separado del derecho, las leyes no siempre fueron su objetivo, de hecho cuando era niño sus sueños estaban muy lejos de la abogacía.

Siempre quiso ser médico, decía él que pudo haber sido un buen ginecólogo o un buen pediatra, ya que le tenía mucha paciencia a las mujeres y a los niños, pero medicina no le daba la oportunidad de trabajar y estudiar. Fueron las circunstancias y la influencia de amistades lo que lo llevó finalmente por el camino del “derecho”; en preparatoria un buen amigo lo convenció de cambiar de rumbo, le dijo, “tienes facilidad de palabra, buena memoria, te gusta leer, métete a humanidades” y al final decidió tomar ese consejo.

Se inscribió en “derecho” y soñaba ser penalista, quería ser el “Ángel Gabriel” con la espada del fuego y la justicia.

El trabajo no fue impedimento para seguir con su vida cotidiana y disfrutar su juventud, para Pepe Portillo la vida universitaria fue una etapa fantástica, decía que en esa época era en donde se hacían los amigos que duran toda la vida, y los enemigos también.

Como “abogado laboralista” fue reconocido ampliamente en todo el estado, con más de treinta años dentro del “derecho laboral”, llevó casos tanto del obrero más humilde como de la empresa más grande.

Pero no todo era el “despacho”, los clientes, la junta de conciliación. En sus ratos libres desfrutaba de la música, el cine y la lectura. Entre sus autores favoritos estaban Morris West, e Isaac Asimov, los libros de historia, le gustaba las biografías, por ejemplo de Abraham Lincoln, Domingo Faustino Sarmiento, Claudio y Cicerón.

Siempre les inculcó a sus hijos el valor del trabajo, enseñarles que nada es gratis, que todo cuesta y para conseguirlo es necesario un esfuerzo, son las enseñanzas que Pepe le deja a sus hijos.

No solo fue un reconocido abogado laboralista exitoso, sino un buen catedrático, duró 34 años de maestro, 24 de ellos en la Universidad Autónoma de Chihuahua y 14 en el Posgrado de la Facultad de Contaduría y Administración.

A sus alumnos siempre les dio tres consejos: que estudiaran, que tuvieran paciencia y que se sintieran orgullosos de lo que estudiaban. En otras palabras, les decía “que aplicaran a su vida personal los mandamientos del abogado y así le apostaban a ganar”. Les decía además: “aprende cuanto puedas, enseña cuanto sepas”; pues recuerda que aquel que guarda malamente para si sus conocimientos, se le pudren conjuntamente la ciencia y el alma.

Este día la Dirección de la Facultad de Contaduría y Administración, a través del personal administrativo, docentes y alumnos de la Secretaría de Investigación y Posgrado, ofrece este altar de muertos en homenaje de nuestro querido amigo: Pepe Portillo Estrada, el “Gordo Portillo” mismo que se encuentra colocado en pasillo principal del edificio del Posgrado.

Fecha de publicación: 2014-10-31 18:22:39
Fecha de actualización: 2014-10-31 18:37:29
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